11 de junio de 2011

Salamanca, tierra (bipartidista) mía

Cuatro meses, un nuevo corte de pelo, un inicio de prácticas, una acampada, una precampaña electoral con su campaña posterior, tediosas tareas para el Máster, alguna que otra lágrima, infinitas carcajadas, valiosas nuevas incorporaciones a mi vida y varias fluctuaciones de peso después... Me subo a un autobús, que aquí no es autobús, sino Alsa, para atravesar el Negrón y volver a la ciudad dorada.

No te veo desde el invierno y llego apenas para despedir la primavera contigo, Salamanca. Sé que te voy a encontrar distinta (casi plagio al Maestro sin quererlo), un poquito más carca. Azorrada en un pasado muy pasado de intelectuales y ciencia, de vanguardia y aulas, malvives de las rentas. 

Cuida mucho esas piedras. Son el único patrimonio que conservas. Expulsas sin piedad a tus hijos, que ya toman por natural el autoexilio, generalmente madrileño. No te queda nada, salvo un buen manojo de japoneses con cámaras. Has quedado para los clásicos literarios, las despedidas de soltero y los Erasmus. 

Representas a esa Castilla que no digirió dejar de ser un imperio: desconfiada, inmovilista, cobarde, que reniega de sí misma y se deja morir, tranquila y satisfechota, mientras todo siga como está. Aún no sabes, ni siquiera en tu agonía, que nada permanece y que quien a ello aspira, solo consigue languidecer con tal exasperante lentitud, que llega a convencerse de que nada cambia.

Cuando la Democracia permitió a nuestros padres decidir (¿decidir?) tu futuro, te abonaste al paradigma del 50%, repartiendo votos, casi por igual, entre los que entonces, quizá entonces sí, eran conservadores y progresistas... antes de equipararse. 

Pero el 22 de mayo decidiste sumar 18 + 9, convencida de que obtendrías 27. Premiaste como nunca la mediocridad de lo conocido y castigaste, también como nunca -y no te culpo, no te culpo-, el nifúnifáteo insípido y desvirtuado de los otros. Pintaste ese precioso ayuntamiento churrigueresco de dos colores rancios, gastados, devaluados. Soslayaste y ninguneaste cualquier otra alternativa. Rojo y azul... Sobre todo, azul. Qué poca clase, chica. Qué horterada.

Qué tienes que agradecerles, explícamelo, te escucho. Trato de comprenderte para no menospreciarte. ¿No ves que ya no entiendo nada? Dime, venga. Dime, qué han hecho ellos por ti. ¿Convertirte en un asilo, en un refugio exclusivamente vacacional para aquellos jóvenes a los que guías hacia el éxodo masivo? ¿Borrar esa universidad pionera de toda lista de prestigio? ¿Transformarte en parque de atracciones para estudiantes -cada vez menos- y puentes de la Constitución? ¿Vaciar tus cátedras de intelectuales? ¿Dejar morir o emigrar tu industria testimonial? ¿A qué te aferras? A los libros de Historia, a los "Clavelitos", a ese pegote de piedra erosionada que fue algún día una rana en la fachada, a la dehesa, a esa versión mesetaria de los señoritos andaluces que crían cerdos y toros entre encinas centenarias. ¿A qué te agarras con tantas ganas? Creíste sumar 18 + 9 y no tienes nada.

No quieres sumar. En realidad, lo sé, no quieres nada. Solo estar, seguir, en calma. Morir poco a poco. Que no te falten tu chanfaina dominguera, los toros en Ferias, la Unión Deportiva Salamanca. Que no te quiten la faria, el paseo a media tarde por la Plaza, el tapeo en Van Dyck y la siesta de un agosto infernal. Con eso basta. 18 + 9 = NADA

Pero te quiero, sí. Qué le vamos a hacer. Y pienso emocionarme cada vez que vea asomar esa cúpula desde la Autovía de la Plata. Y sentirme en casa. Pero no me resigno. Te propongo un pacto. Venga, tontona, anda. Volvámonos locos. Si no sale bien, no insisto. Agreguemos colores a esa escala. Ya no se lleva. Cualquier trendsetter te diría que el color bipartidismo está out, muñeca. 

Busca pintura. Azul y roja. Sí, azul y roja, hazme caso. No es más de lo mismo... Tiene delito que tú me lo preguntes... Ahora, una gotita de cada. Mezcla. Sin miedo, con ganas. ¿Ves? Magenta. La cosa cambia.

2 comentarios:

César Brito dijo...

Muuuuuy bueno, Glori. Enhorabuena. Desempolva esas teclas y que las neuronas (magentas en este caso) humeen. A ver si me seduces (de nuevo) con tus líneas, rubia (o lo que seas ahora)

La oveja magenta dijo...

Miiiiil gracias, César :) Esta pelirroja de paso, esta zanahoria impostada, está lista, gracias a tu motivación, para seguir tecleando. Y prepárate, muñeca, porque vienen curvas y desde hoy y hasta dentro de unos días, voy a cometer un suicidio social por entregas.