5 de junio de 2011

Probando, probando... BEEEH...


La oveja magenta está nerviosa, y como la pobre ahoga sus agonías en chocolate, acaba de comerse 100 gramos de Lacasitos sin respirar.

Después se quejará de que el magenta engorda, sacará a relucir la dictadura de los cánones de belleza y afirmará que ella es ancha de huesos. Es lo que tiene ser una ciclotímica y una incoherente emocional.

Mañana publica su primera entrada en este blog -un proyecto postergado por falta de tiempo, pero sobre todo, por cobardía- y en su cabeza bullen millones de palabras a un ritmo vertiginoso, pero no acaban de ordenarse tal como quisiera.

Cuenta que esta mañana lo tenía claro; que los puntos, sustantivos, comas, verbos y exclamaciones se ordenaban perfectamente frente a ella en el espejo, mientras se acicalaba al ritmo de una radiofórmula musical. Pero, oh, llegó la hora del boletín informativo y, del susto y la indignación, se le corrió el rimmel y se le nublaron las ideas al oír el último insulto de Tomás Gómez a la inteligencia y al colectivo de las ovejas magentas, cada vez más numeroso en España.

No es la primera vez que la oveja magenta oye acusaciones de semejante calado. Al tiempo que recompone el maquillaje, recuerda la infinita lista de calumnias que su joven colectivo soporta estoicamente a diario: comunistas, fachas, resentidos, populistas... Y de pronto, cuando está a punto de estallar y gritar frente al espejo, rompe en una amplia risotada, mientras se repasa los ojos con lápiz negro -de no ser por su pericia, a estas horas tendríamos una oveja magenta... y tuerta-. 

Entonces, piensa que algo harán bien las ovejas magentas cuando ponen nerviosos a unos y otros, evoca el "ladran, luego cabalgamos", y sale a disfrutar de la espléndida mañana de domingo que Oviedo le ha regalado.

Un Ribera del Duero y dos pinchos después, Tomás Gómez, su mediocridad y su baja altura moral quedan muy lejos. Y la oveja magenta, "roja" o "reaccionaria" según quién y en función de qué prejuicios la califique, vuelve a casa con el estómago lleno y la melanina bailando en su piel al ritmo de la vitamina E insuflada por el sol de junio... pensando cómo demonios estrenar este diario intangible en el que aspira a que la libertad sea una máxima siempre.

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