25 de junio de 2011

¿Eres judía?

De vez en cuando, alguien que acaba de conocerme me pregunta, forzando una cómica cara de póquer muy mal conseguida: "¿Eres judía?". La pregunta parte de la Estrella de David plateada que llevo al cuello desde hace 2 o 3 años.

Y no, no soy judía, aunque vaya usted a saber -sospechas hay, por parte paterna- si algún remoto antepasado dejó algo de judaísmo en mi ADN (en cualquier caso, es lo de menos). Es la ventaja de vivir en un país maravillosamente entregado históricamente, y por fortuna, al mestizaje. Esa Estrella de David es una reivindicación y una humilde provocación. Y funciona. Y de qué manera...

En Europa, manifestar que uno apoya el derecho de Israel a existir constituye toda una provocación. Es la Europa que históricamente ha adoptado el papel de bueno de la película, quizá porque sabe que los malos oficiales siempre le sacan las castañas del fuego, como lo hicieron, por ejemplo, en Normandía. Es la Europa que nunca entra en guerra, sino que apoya misiones de paz. Ja y ja y ja. La que de tan políticamente correcta, roza y rebasa el ridículo cada vez más a menudo. Maniquea, te exige posicionarte, inequívoca y radicalmente, en uno u otro bando, sin críticas ni autocríticas; sin matices: blanco o negro.

No entiende ni admite que rechaces ciertas acciones del gobierno de Israel, pero también otras por parte del palestino. Al defender, como mal menor, la existencia de un muro que divida territorios -ojalá no fuera necesario-, que ha conseguido frenar como nunca los atentados y el tráfico de armas, te recuerda, maldito tic tramposo, el Muro de Berlín, que nada tiene que ver con este otro. Dibuja una Franja de Gaza, donde se acaba de inaugurar un centro comercial del lujo, en la que sus habitantes prácticamente mueren de inanición.

Solo recuerda los muertos de un lado y le falta poco para afirmar que los del otro se merecían su destino, por opresores. Habla de piedras y niños contra soldados profesionales y tanques. Olvida así la lluvia de misiles que caen cada año sobre territorio israelí. Olvida así la atrocidad de arrastrar a los niños por el camino de la violencia. Olvida así que si Palestina dispone de pocos medios no es porque Israel le impida crecer económicamente, sino porque elige una y otra vez gobiernos corruptos -y terroristas-, que despilfarran y malversan los fondos millonarios que llegan desde países árabes vecinos.

Habla con emoción de Flotillas de la Libertad: idealistas, solidarias, masacradas por el cruel ejército judío (cabría recordar que Israel también tiene ciudadanos musulmanes, cristianos, ateos y agnósticos). Flotillas que, además de medicamentos y alimentos, van cargadas con odio y manipulación por toneladas. ¿Cuántos europeos saben que hay un puerto en Israel que permite -previo registro por razones de seguridad, obviamente- la entrada de alimentos para Gaza? ¿Cuántos saben que las flotillas se niegan a utilizar este puerto? No quieren que la realidad les eche por tierra un buen y arraigado prejuicio... Los medios de comunicación tampoco ayudan, es cierto.

Hoy, tal como nos ha recordado @mmerino en Twitter, "se cumplen cinco años del secuestro del israelí Gilad Shalit a manos del partido gobernante de la Franja de Gaza". No soy judía. Pero atea y todo, me estoy planteando convertirme al judaísmo, por joder, mayormente.

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